LA PIEL QUE HABITO
(The Skin I Live In)
DIR Pedro Almodóvar
CON Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Jan Cornet, Roberto Álamo, Eduard Fernández, José Luis Gómez, Blanca Suárez, Susi Sánchez, Fernando Cayo, Bárbara Lennie, Isabel Blanco, Buika
PAÍS España
AÑO 2011
Mientras la pantalla del celular recorría las opciones de películas para ver, apenas si contuve para decir que fuera La piel que habito. La secuencia que siguió fue
- Ah, con este tipíto Banderas
Género terror mmm
- ¿Terror? (pensé)
- ¡De Almodovar!
- ¿Entonces esa?
- ¡Síí, esa!
No bastó más para salir huyendo de humos y ruidos de carnaval y tener una película excitante de cómplice para estar con quien quiero estar.
Y sí, la categoría con la que Royal Films indicó La piel que habito, terror, no se me hizo comprensible sino hasta estar en lo más revelador de la película, con un grupo de gente desconocida (y reconocida, como un actor nacional de esos que se camuflan en pantalón corto y guayabera), a oscuras, sintiendo el pavor psicológico y moral que les debía estar dando, como siempre, una de Almodovar.
Comprender a Almodovar en esa picardía, que a la vez es un sinsabor (porque al empezar a entrelazar las cosas uno espera el final pronto), de darle vueltas a la película, de ir atrás y adelante, incurrir en juegos en la trama como "sueños" y apologías al futuro, es comprender un poco la vida misma para él, compleja, perturbadora, traumática mientras más se vive.
La piel que habito, sin hacer una síntesis de la película o exponerla a los que no la han visto, es la muestra sobre lo que es lo que habitamos, las cosas que nos terminamos poniendo o buscando por seguir las normas estéticas y sociales que rayan en lo obsesivo. En La piel que habito Almodovar nos recalca fuertemente eso, por lo menos eso sentí con las risas y hasta gritos que escuché en la sala. Las temáticas no son fáciles, y no puedo enunciarlas porque serían evidentes del film, pero si sujetas al profundo cuestionamiento y debate, a establecer parámetros con lo que como especie humanas somos hoy, un mayor respeto y menos majaderías e hipocresías.
Antes de los fotogramas, que han sido pocos por no tener la película a la mano, debo resaltar lo importante que debe ser la música incidental en este tipo de films, y la de La piel que habito fue una buena elección, aunque más la de Buika y su voz honda y ronca. También la de Elena Anaya, que le da un aura de misticismo y enigma, su belleza es absoluta, sus ojos, del título, que profundizan y agudizan más las expresiones o inexpresiones que acarrea el personaje de Vera. y la lejanía de esos lugares que se te meten en la cabeza, una casa-laboratorio, unas calles empedradas, una carretera solitaria, o una oficina de policía al estilo más rústico y antiguo.
- Ah, con este tipíto Banderas
Género terror mmm
- ¿Terror? (pensé)
- ¡De Almodovar!
- ¿Entonces esa?
- ¡Síí, esa!
No bastó más para salir huyendo de humos y ruidos de carnaval y tener una película excitante de cómplice para estar con quien quiero estar.
Y sí, la categoría con la que Royal Films indicó La piel que habito, terror, no se me hizo comprensible sino hasta estar en lo más revelador de la película, con un grupo de gente desconocida (y reconocida, como un actor nacional de esos que se camuflan en pantalón corto y guayabera), a oscuras, sintiendo el pavor psicológico y moral que les debía estar dando, como siempre, una de Almodovar.
Comprender a Almodovar en esa picardía, que a la vez es un sinsabor (porque al empezar a entrelazar las cosas uno espera el final pronto), de darle vueltas a la película, de ir atrás y adelante, incurrir en juegos en la trama como "sueños" y apologías al futuro, es comprender un poco la vida misma para él, compleja, perturbadora, traumática mientras más se vive.
La piel que habito, sin hacer una síntesis de la película o exponerla a los que no la han visto, es la muestra sobre lo que es lo que habitamos, las cosas que nos terminamos poniendo o buscando por seguir las normas estéticas y sociales que rayan en lo obsesivo. En La piel que habito Almodovar nos recalca fuertemente eso, por lo menos eso sentí con las risas y hasta gritos que escuché en la sala. Las temáticas no son fáciles, y no puedo enunciarlas porque serían evidentes del film, pero si sujetas al profundo cuestionamiento y debate, a establecer parámetros con lo que como especie humanas somos hoy, un mayor respeto y menos majaderías e hipocresías.
Antes de los fotogramas, que han sido pocos por no tener la película a la mano, debo resaltar lo importante que debe ser la música incidental en este tipo de films, y la de La piel que habito fue una buena elección, aunque más la de Buika y su voz honda y ronca. También la de Elena Anaya, que le da un aura de misticismo y enigma, su belleza es absoluta, sus ojos, del título, que profundizan y agudizan más las expresiones o inexpresiones que acarrea el personaje de Vera. y la lejanía de esos lugares que se te meten en la cabeza, una casa-laboratorio, unas calles empedradas, una carretera solitaria, o una oficina de policía al estilo más rústico y antiguo.
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