Barton Fink
DIR Joel Coen, Ethan Coen
CON John Turturro, John Goodman, Judy Davis, Michael Lerner, John Mahoney, Tony Shalhoub, Jon Polito, Steve Buscemi, David Warrilow, Richard Portnow, Christopher Murney, I.M. Hobson
PAÍS Estados Unidos
AÑO 1991
Volver al cineclub La Sala, en el Teatro del mismo nombre, en un viejo edificio/casa de la ciudad (Mejoras Públicas) con una película de cine negro, con un personaje solitario, tímido pero grandioso como el ambiente mismo de las noches de cine, me hace reconsiderar pretensiones y objetivos.
El cine es vida, y hacer cine para mostrar el cine, es amamantar con leche de vaca un bebé de 8 años.
La historia de un escritor, de un Brodwaysesano tirado al río de oro de Hollywood puede llegar a ser tan exquisita como aburridora. Ambas partes lo fue, pero su cinematografía, las imágenes para contar las pericias y sin sabores de Barton, ponen en entredicho mis opiniones y me autoflagelan a callar mis insultos.
Jhon Goodman es absolutamente brillante, épico, grande, en espe film. Le da prácticamente vida a toda la historia con su vil y agobiante sentido de vivir las cosas y lleva a cuestas el punto de giro que, enmarcado en los grandes clichés del cine negro, es tan impredecible como el significado de aquel cuadro en el Hotel donde Borton se hospeda.
Amé la auto-crítica a los judíos, a la industria cinematográfica. Amé las ganas que un empresario, o un simple mortal, pueden imprimirle a lo que hacen para revaluar el mal llamar al cine "categoría B". Amé que la insinuación a que hacer cine para entretenimiento no es tan importante como llevar al cine una historia con pies y cabeza, que transmite realidad. Amo la idea que haya sido dirigida por dos personas, por dos amantes del cine, por quienes deben ser más Bortons que cualquiera.
Sin más mis fotogramas desde la parte media del teatro, una belleza que vale la pena rescatar, cuidar y mantener.
El cine es vida, y hacer cine para mostrar el cine, es amamantar con leche de vaca un bebé de 8 años.
La historia de un escritor, de un Brodwaysesano tirado al río de oro de Hollywood puede llegar a ser tan exquisita como aburridora. Ambas partes lo fue, pero su cinematografía, las imágenes para contar las pericias y sin sabores de Barton, ponen en entredicho mis opiniones y me autoflagelan a callar mis insultos.
Jhon Goodman es absolutamente brillante, épico, grande, en espe film. Le da prácticamente vida a toda la historia con su vil y agobiante sentido de vivir las cosas y lleva a cuestas el punto de giro que, enmarcado en los grandes clichés del cine negro, es tan impredecible como el significado de aquel cuadro en el Hotel donde Borton se hospeda.
Amé la auto-crítica a los judíos, a la industria cinematográfica. Amé las ganas que un empresario, o un simple mortal, pueden imprimirle a lo que hacen para revaluar el mal llamar al cine "categoría B". Amé que la insinuación a que hacer cine para entretenimiento no es tan importante como llevar al cine una historia con pies y cabeza, que transmite realidad. Amo la idea que haya sido dirigida por dos personas, por dos amantes del cine, por quienes deben ser más Bortons que cualquiera.
Sin más mis fotogramas desde la parte media del teatro, una belleza que vale la pena rescatar, cuidar y mantener.
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