miércoles, 4 de febrero de 2015

Hollywood aun nos puede sorprender

BIRDMAN
(Birdman: la inesperada virtud de la ignorancia)



DIR Alejandro González Iñárritu
CON Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Naomi Watts.
PAÍS Estados Unidos
AÑO 2014

Se dice que el esplendor de Hollywood en la primera mitad del siglo XX era inimaginable, cualquiera que soñara con algún día quedar inmortalizado en la historia del cine mundial debía pasar por los estudios de Hollywood. Directores como Elia Kazan, Orson Welles, Nicholas Ray y actores con Clack Gable, Chaplin, Vivian Leigh, Gretta Garbo, iluminaban la pantalla y creaban la ilusión de una historia con la cual el espectador llegaba a creer que el arte era alcanzable. Sin embargo, todo cambió cuando el cine se convirtió en historias pre-elaboradas, sin espacio para el toque personal de los cineastas y pensadas con el único fin de ser un éxito en taquilla. El arte, en Hollywood, se empezó a medir en dólares.

Actualmente vivimos en la era de las franquicias, el cine de Hollywood se ha reducido a Los Juegos del Hambre, Rápido y Furioso, 50 Sombras de Grey y la juventud, vejez o inmortalidad de Wolverine. Es muy raro encontrarnos con una buena historia que se aleje del estándar cinematográfico. Pero hace unos días vi "Birdman", una buena historia.

De un director mexicano, famoso por haber sido el primero en ganar en Cannes por "Babel", pero muy poco conocido para mi. Llegué a ver la película sin saber nada de ella y me sorprendió. Quizá la clásica historia, al estilo "Sunset Boulevart" del actor -entrando a la vejez- que lucha por no ser olvidado, nos parezca aburrida y trillada, pero el guión de "Birdman" es muy original. Narrando la historia de un actor esquizofrénico, cansado de ser recordado por un mismo personaje, creyendo que aun puede mantener a flote su carrera actoral y acompañado de una serie de personajes profundamente complejos, con la vida igual de destruida que la suya y que convierten lo puede llegar a ser un aburrido drama, en una comedia negra.

Resalto la actuación impecable de Michael Keaton, el siempre necesario papel de Edward Norton y por supuesto Naomi Watts, haciendo un Naomi Watts. Pero quien se roba esa pantalla es Emma Stone, un producto del cine taquillero de Hollywood que tanto criticamos, pero que en éste caso, parió una muy buena actriz, que a pesar que su personaje se empeña en pasar desapercibido, al momento de ver la película es como el limón que se toma después de un trago de tequila. Sus ojos enormes que parecen infinitos, son el final perfecto para una historia que sorprende.








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