SHELTER
DE Jonah Markowitz
CON Trevor Wright, Brad Rowe, Tina Holmes, Jackson Wurth, Ross Thomas, Katie Walder.
PAÍS Estados Unidos
AÑO 2007
Shelter es el arte de tomar lo natural y llevarlo al cine. La historia la amarro a la vida como un arte y por ello es una de mis favoritas.
Está ambientada en la baja California, una ciudad con un bonito puerto y playas -que magníficamente son retratadas en la película- cerca a Los Ángeles, que, a pesar de la cercanía con esta, no no deja de ser un sitio con pocas oportunidades para el arte. Por ello, la vida del protagonista, Zach (Trevor Wright) un artista callejero es algo frustrada; pasa del tradicional trabajo americano, en un sitio de comidas rápidas, a surfear y cuidar de su familia.
El arte es esencial en la película, y el líder en ello es Zach. Desde el comienzo se puede notar cuando este captura fotografía y luego deja un stencil en una pared... y así, pinturas, dibujo, escrituras, hacen que el marco del arte sea el detonante para los cambios que la misma trama ofrece.
La película es enormemente emotiva. La forma como se muestran sentimientos de fraternidad, de apego a la familia, de sinceridad, amistad, paciencia y amor es admirable. Incluir, además, a un niño y que parte importante de la historia sea de quien este es para los demás, lo hace más.
Al tener el romance como eje transversal el desarrollo afectivo entre los protagonistas es importante. Este se siente real con cada escena: Los encuentros, silencios, miradas, expresiones, frustraciones, alegrías y toques apuntan que se sienta real.
Los fotogramas mágicos de esta película son una selección de momentos que transmiten en sentir y pensar de los personajes, junto a una selección del arte y los paisajes que en el fin se dan y se muestran. Me quedo corto al decir que tiene una bonita banda sonora, justa y precisa en cada momento.
Está ambientada en la baja California, una ciudad con un bonito puerto y playas -que magníficamente son retratadas en la película- cerca a Los Ángeles, que, a pesar de la cercanía con esta, no no deja de ser un sitio con pocas oportunidades para el arte. Por ello, la vida del protagonista, Zach (Trevor Wright) un artista callejero es algo frustrada; pasa del tradicional trabajo americano, en un sitio de comidas rápidas, a surfear y cuidar de su familia.
El arte es esencial en la película, y el líder en ello es Zach. Desde el comienzo se puede notar cuando este captura fotografía y luego deja un stencil en una pared... y así, pinturas, dibujo, escrituras, hacen que el marco del arte sea el detonante para los cambios que la misma trama ofrece.
La película es enormemente emotiva. La forma como se muestran sentimientos de fraternidad, de apego a la familia, de sinceridad, amistad, paciencia y amor es admirable. Incluir, además, a un niño y que parte importante de la historia sea de quien este es para los demás, lo hace más.
Al tener el romance como eje transversal el desarrollo afectivo entre los protagonistas es importante. Este se siente real con cada escena: Los encuentros, silencios, miradas, expresiones, frustraciones, alegrías y toques apuntan que se sienta real.
Los fotogramas mágicos de esta película son una selección de momentos que transmiten en sentir y pensar de los personajes, junto a una selección del arte y los paisajes que en el fin se dan y se muestran. Me quedo corto al decir que tiene una bonita banda sonora, justa y precisa en cada momento.
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